Mis queridos profesores y compañeros, sus voces, sus preguntas y respuestas en clase, lasruidosas manifestaciones y discursos, lasconmovedoras tonterías amorosas y los ideales sociales surrealistas, me llenaron de una nostalgia muy intensa. Hay una atmósfera en las universidades, que parece repetirse al infinito, pero que cada generación vive como novedosa y única.
Recordé mi rebeldía, cuando en sus discursos oficiales los ministros de educación en la escuela y en el colegio, los rectores en la universidad y los presidentes todos los días, nos decían que éramos los hombres y las mujeres del mañana. Me producía gran indignación escuchar una frase trillada, que parecía reconocer el destino y la dignidad de la niñez y la juventud costarricenses, aunque realmente nos relegaba a ese cuarto oscuro del nebuloso futuro.
Siempre me pareció que querían decirnos que no protestáramos, que no lucháramos por exigir las condiciones necesarias hoy, para prepararnos para ese lejano mañana. Claro, los hombres de hoy eran ellos. Ya tenían asegurado un lugar en el mundo, una posición social y económica, privilegios, poder y autoridad sobre el resto de nosotros. Necesitaban nuestros votos, por eso cambiaron la edad de votar de los 21 años a los 18. Nos trataban de engatusar con el cuento de que miráramos hacia adelante, hacia el lejano porvenir, para que les diéramos nuestros votos sin reclamar nada hoy.
No señor, ningún niño o joven costarricense puede atenerse a que le prometan todo para el mañana, sin que le ofrezcan hoy mismo recursos económicos a sus familias y recursos educativos accesibles y de calidad, para poder llegar a ese lejano mañana bien preparados, con armas e instrumentos intelectuales, títulos académicos, habilidades y destrezas, saberes y experiencias que llenen su currículum y le permitan el acceso a un trabajo digno, bien remunerado, con el que puedan contribuir a la prosperidad, el bienestar y la dignidad de esa Costa Rica del mañana.
Es hoy cuando la sociedad tiene la mejor oportunidad de invertir los fondos públicos en el futuro de esta hermosa patria. Como tantas veces lo recordó el joven don Florencio del Castillo, nuestro extraordinario embajador en las Cortes de Cádiz en España, sin un ingreso digno, las familias no pueden costear la educación de sus hijos, y sin instituciones de educación abiertas y democráticas, esos hijos no tendrán educación y se convertirán en hombres y mujeres sin futuro.
Francisco Escobar Abarca
Una noche de estas me fui al campus de la universidad que fuera mi hogar académico, la Universidad de Costa Rica, y vagué por esos queridos escenarios de lo que fue mi juventud universitaria.
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Y2K
Representante de la empresa Y2K Webs.