Martes, 21 Agosto 2012 05:37

Pensar y proceder en grande…

Aunque algunos lo pretendan ocultar o no deseen enfrentar esta situación, lo cierto es que parte de nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños, mujeres y ancianos, la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto a quienes no piensan o se comportan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía y la perseverancia.
Dada estas dificultades, sería lógico pensar que el desánimo o el descontento podrían aflorar en el sentir y actuar ciudadano.  No obstante, ante esta situación, claramente se nos podrían presentar dos caminos: o transitamos, como sujetos pasivos, por la vía de la desesperanza, la apatía y el conformismo; o recorremos, de forma activa, un trecho de fortalecida entereza, esperanza y un positivo compromiso de cambio.
Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la entereza, la esperanza o fortaleza, el más acertado para evitar que estos males sociales le sigan poniendo una soga al cuello a nuestro país. Definitivamente nuestra sociedad debe anteponer los valores de la firmeza y la confianza como las principales armas que le ayude a sobrellevar aquellos conflictos políticos, económicos y sociales existentes y le dé la energía requerida para seguir en la búsqueda de una Costa Rica más depurada.
Por ejemplo, en los últimos meses se habló, o se ha hablado mucho, sobre el famoso asunto de la Ley de Tránsito; el permanente dilema de la inseguridad ciudadana, o ahora sobre el conflicto presentado con la Caja Costarricense de Seguro Social, pero habría que ver si realmente la población ha sido, o es consciente, de estas problemáticas y qué hizo, o está haciendo para contribuir junto con el Gobierno, a contrarrestar tales situaciones.
Definitivamente no basta con hablar, con sorprenderse, quejarse o enjuiciar, se trata de proponer soluciones y de actuar para plasmarlas. En esta época no se justifican las quejas, las críticas destructivas, la pasividad, la desidia, la irresponsabilidad, el egoísmo y menos la idea de que los conflictos nacionales deben ser resueltos, exclusivamente, por el Gobierno. Requerimos una sociedad unida, activa,  comprometida y pensante, en donde todos los costarricenses, con entereza, demos nuestro aporte tangible en la construcción de una Patria más saludable.
Pues en el tanto mantengamos nuestra confianza en que podemos luchar, diariamente, por actuar de la manera más positiva por este país; mientras tengamos la esperanza en que todavía existen quienes respetan el ejercicio de la política; si abrigamos la confianza en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar  justicia, respeto, solidaridad  y paz; y cultivemos la esperanza en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes de una saludable democracia y el bien común, estaremos alimentando la conquista de un país con  mayor progreso humano y social.
En definitiva, la entereza puede sostener nuestra convicción de que, a pesar de los problemas existentes, siempre habrá destellos de actitudes racionales y humanistas que nos orienten a un renovado presente y un mejor mañana. Por lo tanto, en nuestras manos está, entonces, el conducirse con serenidad, el apostar a la esperanza, el contribuir y el comprometerse a actuar; el pensar y el proceder en grande…, sencillamente, el hacer nuestras aquellas célebres palabras expresadas por el ex presidente estadounidense John F. Kennedy: “No pregunten qué puede hacer vuestro país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”. Valga, entonces, preguntarse ¿qué estamos haciendo nosotros por Costa Rica?...
Aunque algunos lo pretendan ocultar o no deseen enfrentar esta situación, lo cierto es que parte de nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños, mujeres y ancianos, la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, la falta de respeto a quienes no piensan o se comportan igual que uno o la pérdida de aquellas actitudes superiores necesarias para nuestro sano crecimiento individual y colectivo como la prudencia, el raciocinio, la empatía y la perseverancia.
Dada estas dificultades, sería lógico pensar que el desánimo o el descontento podrían aflorar en el sentir y actuar ciudadano.  No obstante, ante esta situación, claramente se nos podrían presentar dos caminos: o transitamos, como sujetos pasivos, por la vía de la desesperanza, la apatía y el conformismo; o recorremos, de forma activa, un trecho de fortalecida entereza, esperanza y un positivo compromiso de cambio.
Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la entereza, la esperanza o fortaleza, el más acertado para evitar que estos males sociales le sigan poniendo una soga al cuello a nuestro país. Definitivamente nuestra sociedad debe anteponer los valores de la firmeza y la confianza como las principales armas que le ayude a sobrellevar aquellos conflictos políticos, económicos y sociales existentes y le dé la energía requerida para seguir en la búsqueda de una Costa Rica más depurada.
Por ejemplo, en los últimos meses se habló, o se ha hablado mucho, sobre el famoso asunto de la Ley de Tránsito; el permanente dilema de la inseguridad ciudadana, o ahora sobre el conflicto presentado con la Caja Costarricense de Seguro Social, pero habría que ver si realmente la población ha sido, o es consciente, de estas problemáticas y qué hizo, o está haciendo para contribuir junto con el Gobierno, a contrarrestar tales situaciones.
Definitivamente no basta con hablar, con sorprenderse, quejarse o enjuiciar, se trata de proponer soluciones y de actuar para plasmarlas. En esta época no se justifican las quejas, las críticas destructivas, la pasividad, la desidia, la irresponsabilidad, el egoísmo y menos la idea de que los conflictos nacionales deben ser resueltos, exclusivamente, por el Gobierno. Requerimos una sociedad unida, activa,  comprometida y pensante, en donde todos los costarricenses, con entereza, demos nuestro aporte tangible en la construcción de una Patria más saludable.
Pues en el tanto mantengamos nuestra confianza en que podemos luchar, diariamente, por actuar de la manera más positiva por este país; mientras tengamos la esperanza en que todavía existen quienes respetan el ejercicio de la política; si abrigamos la confianza en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar  justicia, respeto, solidaridad  y paz; y cultivemos la esperanza en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes de una saludable democracia y el bien común, estaremos alimentando la conquista de un país con  mayor progreso humano y social.
En definitiva, la entereza puede sostener nuestra convicción de que, a pesar de los problemas existentes, siempre habrá destellos de actitudes racionales y humanistas que nos orienten a un renovado presente y un mejor mañana. Por lo tanto, en nuestras manos está, entonces, el conducirse con serenidad, el apostar a la esperanza, el contribuir y el comprometerse a actuar; el pensar y el proceder en grande…, sencillamente, el hacer nuestras aquellas célebres palabras expresadas por el ex presidente estadounidense John F. Kennedy: “No pregunten qué puede hacer vuestro país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”. Valga, entonces, preguntarse ¿qué estamos haciendo nosotros por Costa Rica?...