El próximo domingo 5 de diciembre acudiremos a las urnas. Construiremos, ese día, nuestros gobiernos municipales. Tras la elección en febrero de los Concejos Municipales, corresponde ahora elegir otros importantes cargos públicos en nuestras comunidades; tan importantes que, de su buen desempeño, dependerá mucho nuestro bienestar. Pero hay otra razón para ir a votar con alegría y responsabilidad: serán elecciones históricas pues, por primera vez, regirán los principios de paridad y alternancia de género.
La lucha por la participación política de las mujeres, que ha sido larga y aún no termina, marca, en las votaciones de diciembre próximo, un momento especial. Cien años después de haber decidido formar una República libre e independiente, en 1949 los costarricenses dimos el trascendental paso de reconocer el derecho de las mujeres al sufragio. En las elecciones de 1953 elegimos, por primera vez, mujeres diputadas. En el período 86-90, vimos la primera presidenta de la Asamblea Legislativa.
En las postrimerías del siglo XX obtuvimos la Ley de Igualdad Social de la Mujer y, en 1996, la cuota de participación femenina en las candidaturas partidarias.
Gracias a las progresistas resoluciones del Tribunal Supremo de Elecciones, la cuota del 40% pudo aplicarse en las elecciones de 2002; y los resultados de las del 2006 nos ubicaron en la vanguardia mundial de representación femenina. Ahora, con el Código Electoral de 2009, Costa Rica da un paso definitivo de la cuota a la paridad que, aunque aplica en las listas de candidaturas a órganos colegiados, también incide en las candidaturas a puestos individuales.
En estas elecciones municipales elegiremos fórmulas de alcaldes, síndicos e intendentes conformadas, de manera alterna, por ambos sexos, así como listas de concejales de distrito integradas, mitad y mitad, por mujeres y hombres. Votaremos respetando el derecho humano de las mujeres a participar en política, conscientes de que nuestras municipalidades se fortalecerán con el coraje e inteligencia que tantas mujeres ya han demostrado en el ejercicio del poder. Sembraremos, así, un futuro de igualdad y respeto, porque el brillante desempeño que esas mujeres hagan de los cargos en los que resulten electas, inspirará a miles de hijas de la patria que, desde el kínder, la escuela y el colegio, ven hoy nuestro ejemplo.
