Viernes, 13 Agosto 2010 07:31

Madre: la auténtica esencia del rostro del amor...

“Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire cuando amasa la vida...; todo se vuelve fiesta cuando ellas juegan con los pájaros, junto a los pájaros que aman la vida y la construyen con sus trabajos: lo cotidiano se vuelve mágico... Las manos de mi madre me representan un cielo abierto, un recuerdo añorado, trapos calientes en los inviernos..., ellas se brindan cálidas, nobles, sinceras, limpias de todo...; lo cotidiano se vuelve mágico...”; simbólicos y emotivos versos con los que la recordada soberana del folclore latinoamericano,  Mercedes Sosa, le cantaba a las madres.

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Y es que si nos preguntamos ¿qué es ser una madre?, sin duda, manifestaciones tan sensibles como esta, sobrarían. Madre es quien mantuvo en sus entrañas a sus hijos como parte viviente de su ser; quien los ha protegido con su abnegación, y ha sabido brindarles un amor infinito.

 
Es ella la piedra angular de la familia; la que con dulce mirar ha enternecido a sus retoños, y ha luchado, día a día, para que caminen por senderos de justicia, paz y amor para que sean mejores humanos.


Es la mujer quien, a punta de sacrificios, honradez y lealtad, ha depositado, en el corazón de sus hijos, un legado de apoyo, comprensión y respeto.

 
Es aquel ser abnegado que nunca ha dejado de dar alimento a pesar de la pobreza; quien ha tratado de no sucumbir ante el dolor; quien siempre ha brindado su guía, y no ha regateado tiempo para fungir como enfermera, abogada, psicóloga, cocinera o maestra.

 
Es aquella madre-padre de los hogares desintegrados, quien ha luchado contra los infortunios de una sociedad mezquina, para mantener a flote  su familia.

 
Es, también, la madre adolescente, quien ha tenido que madurar, abruptamente, para proteger el fruto de su inexperiencia. Es aquella quien, con el corazón desgarrado, ha entregado a su hijo en las manos de Dios. Es la madre sustituta, la adoptiva, aquella que ha hecho de su corazón el hogar de algún niño abandonado; o las que, a través de su trabajo en algún albergue u hospital, han alimentado la vida de los pequeños de amor y esperanza.

Es la madre que trabaja y estudia, y aún así, ha buscado el tiempo para organizarse y brindarles calidad de tiempo a sus hijos. Es quien se desborda de alegría ante el éxito de ellos, y es feliz en cualquier actividad que ellos escojan.
Es el ser que, ante sus hijos lastimados, les muestra compasión ayudándolos, abrazándolos, y secándoles las lágrimas.

Madre es la mujer que ríe y llora; que tiene anhelos, que posee ambiciones; aquel ser humano que ha sabido cumplir una auténtica maternidad; por lo que, pese a sus imperfecciones, sigue simbolizando uno de los mayores milagros de amor regalados por Dios a la humanidad.

Madre es quien, además, ayuda a fortalecer el país; pues una Nación es fuerte si sus hijas e hijos han sido educados bajo humanistas valores, tal y como lo señalara el pensador español Miguel de Unamuno: “La madre es el arca de las más preciadas y profundas virtudes de los pueblos”.


¡Felicidades a todas las mamás, y todo el respeto del que son dignas!, pues son las únicas que llevan el prodigioso misterio de la vida en sus vientres y almas, para darle, aún más allá de la existencia terrenal, el mágico aliento espiritual a un nuevo humano.

Y de manera especial, mi ilimitado amor y agradecimiento a mi madre, Liliana Chavarría Brenes, por ser esa luz de fortaleza, entrega, esperanza y amor que ha alimentado mi existencia.


¡Benditas sean mujeres!, por hacer de la palabra madre, la auténtica esencia del rostro del amor...