Pese a ello, probablemente muchas personas al escuchar el término conflicto recordarán situaciones desagradables, quizá dolorosas, situaciones o sentimientos que para ellas han sido negativos y quisieran olvidar. No obstante, lo cierto es que la palabra conflicto se refiere a situaciones que nos toca vivir normalmente y tienen que ver también con situaciones no previstas que se deben resolver, o con la presencia de puntos de vistas diferentes sobre una misma situación.
El inconveniente es que los sistemas utilizados hasta ahora para solucionar los conflictos y preservar la aparición de nuevos, como pueden ser la normativización de la vida comunitaria o el sistema judicial vigente, muchas veces se muestran del todo incapaces de detener el avance de la conflictividad.
También es cierto que constantemente se escucha decir los gobiernos no solucionan todos los conflictos, como si fuera el único encargado de hacerlo, y se olvida de que muchos de los problemas que se dan en la comunidad tienen una base personal pues somos nosotros, también, quienes muchas veces podríamos aportar en la solución de los conflictos que se generan socialmente.
Otro inconveniente es que cuando la gente se topa con un conflicto reacciona de manera violenta, eso es, en gran medida, porque nuestras sociedades han adquirido y perpetuado hábitos violentos.
En este sentido, el reto actual es educar a la población en la confianza de que es posible una mejor convivencia y son posibles unas nuevas y mejores expectativas de futuro, donde nuestro actuar ante los conflictos se tiña de mesura y racionalidad. De lo que se trata es de resolver los conflictos y a aprender de ellos, de ninguna manera podemos aspirar a eliminarlos, ya que ello es imposible pues forman parte de la vida.
Lo importante es la voluntad de solucionar el conflicto. Esa es la premisa principal, ya que si no hay voluntad de restablecer la armonía o cohesión, es imposible alcanzarla. Se necesita el deseo sincero de llegar a acuerdos compartidos, de comprender que los conflictos son parte de la convivencia y que pueden ser una oportunidad de mejorar y de ponernos de acuerdo con los demás para lograr una buena convivencia.
No hay que olvidar que un conflicto, si se sabe gestionar, puede ser positivo para la buena marcha social. Esto haría que, sin duda, nuestras sociedades fueran diferentes y, lo más importante, que cada uno de nosotros fuera diferente.
Indudablemente los pueblos compuestos por sociedades cada vez más complejas donde la convivencia ciudadana pasa de manera creciente por momentos difíciles, hacen que, a diario, se generen conflictos de más o menos envergadura.
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