Hace algunos meses, el Presidente Arias anunció al país la llegada de la época de vacas flacas para nuestra economía. Aquellas palabras presidenciales estaban realmente cerca y hoy podemos observar señales inequívocas de que el “Cow Parede” de la economía ha llegado, con menos colorido eso sí que las vaquitas que pudimos ver por todo San José.
¿Dónde nace la coyuntura económica que nos llama hoy a la reflexión y a la mesura en las decisiones financieras de Gobierno, empresas, familias e individuos? Sería muy presuntuoso pretender tener la verdad plena sobre un asunto tan complejo, pero permítanme amables oyentes de Panorama, hacer un muy breve recorrido sobre cuales han sido los orígenes, consecuencias y posibles soluciones de este especial momento.
El incremento en los precios internacionales del petróleo provocaron un crecimiento muy sensible en la factura petrolera del país, con lo cual los requerimientos de moneda extranjera por parte de RECOPE para sufragarla, presionaron la demanda de dólares y eso –junto con otras variables- hizo que el Tipo de Cambio se desplazara a la banda alta, situación que se mantiene en la actualidad y que no hay signos que hagan ver un cambio.
En un país como el nuestro, donde el temor suele ser consejero en momentos de apremio, ante un abrupto aumento en el tipo de cambio, hace que se produzca una dolarización de los ahorros, con lo que se presiona aun más el precio del dólar y nace un desabastecimiento de colones, por el efecto sustitución.
Este desabastecimiento produjo que la oferta de dinero para crédito en colones disminuyera en TODO el sistema financiero. Los bancos del estado prestaron a un ritmo creciente de hasta el 40% en los primeros 6 meses y esto provocó que su índice de suficiencia patrimonial, superara los límites máximos permitidos por la SUGEF por lo que debieron CERRAR el crédito.
El Gobierno anunció que la inflación será mucho mayor que la prevista. Para evitar que la inflación se salga todavía más de control, empezó a recoger colones de la economía para que no circule tanto dinero y evitar así el consumo excesivo que presione aun más la inflación. Con esto, se produce un aumento inmediato de las tasas de interés en colones, cuyo parámetro de medición es la tasa básica pasiva y pasó de 4,25% a 8,75% en unos pocos meses.
Nadie sabe por cuánto tiempo durará esto, pero lo cierto es que no sería lógico esperar disminuciones de la Tasa Básica a los niveles a los que llegó a inicios de este año, aunque tampoco sería sano esperar que la oferta de colones continúe restringida por períodos largos de tiempo.
El Gobierno tenía dos caminos, de los cuales ninguno era cómodo de transitar. Uno era hacer justamente lo que se hizo. El objetivo que perseguía era el control inflacionario; sin embargo, la extensión de esa medida por períodos muy extensos, hace que surja el riesgo de una disminución de la actividad económica, lo cual podría producir desempleo y eso también llevaría irremediablemente a un incremento en pobreza.
La otra alternativa era no hacer nada y permitir que la inflación se disparara a niveles inimaginables, con lo que el deterioro social pasaría una factura muy costosa, traducida también en más pobreza.
Es una reacción muy humana, que las personas recordamos con más facilidad los tiempos de vacas gordas (tasas bajas) y no las épocas de vacas no tan gordas (tasas altas). Sin embargo, según lo muestra la historia de los últimos 20 años, esas tasas de interés tan extremadamente bajas jamás habían existido, lo que hacía suponer que tal situación no durara.
No nos alarmemos, que esa no es buena consejera. Eso sí, seamos racionales y démosle una mirada a la historia económica. Si el país salio adelante en aquellos años, lo haremos sin lugar a dudas ahora. Seamos portadores de esperanza para que eso se logre.