El 8 de enero de 2009 los costarricenses vivimos una verdadera tragedia producto del terremoto de Poás. Tuvimos millonarias pérdidas económicas, siendo lo más lamentable la pérdida de vidas humanas. Pero ante este desastre, la solidaridad de los costarricenses ha sido evidente. Pese al drama vivido, las mismas circunstancias de dolor se han ido convirtiendo en esperanza.
Nadie pone en duda los inconvenientes que genera un evento de esta naturaleza. Es muy triste perder a un ser querido y también perder la vivienda y las empresas. Pero existe algo que nadie puede ni debe perder: la esperanza. La situación es difícil, no es lo mismo escribir estas líneas que vivir la tragedia directamente. La fuerza de la naturaleza fue devastadora y ante esta realidad, no tenemos otra opción que luchar y reconstruir.
Es normal que los damnificados estén angustiados porque sienten que las cosas no se resuelven a la velocidad que ellos desean, pero la reconstrucción no es obra de un día. Nadie quiere vivir en albergues o campamentos. Nadie quiere pasar situaciones adversas. Pero gracias a Dios, a la solidaridad humana y a los esfuerzos institucionales de los sectores público y privado, las personas afectadas están siendo atendidas.
Después de un terremoto como el que tuvimos recientemente, reconstruir las casas, las escuelas y las empresas; reparar las carreteras y levantar los puentes no puede hacerse en el mismo tiempo de la duración del sismo – como pareciera ser la opinión de Telenoticias de Canal 7 - Todos quisiéramos que las cosas avanzaran más rápido, pero como lo manifestó el Ministro de Coordinación Interinstitucional, Marco Vargas, lo que para algunas personas va lento, para el Gobierno se hace a la mayor brevedad posible, considerando las limitaciones legales y financieras.
Los reportajes televisivos deben hacerse con objetividad, teniendo claro el panorama real del desastre, de las particularidades de los daños, de las actividades preliminares para la reconstrucción y de las acciones humanitarias para los damnificados. Es muy fácil reportar algunos detalles de malestar por parte de las personas, dejando por fuera los análisis y los diagnósticos que deben hacerse – y se están haciendo - para tener claridad sobre las condiciones de suelos y estado de las viviendas.
Es muy fácil reportar que es poco lo que se ha hecho, o que lo poco que se ha hecho se hizo mal, marginando no solo los esfuerzos en infraestructura y servicios, sino también los controles gubernamentales que se han implementado para evitar que personas inescrupulosas de otras zonas se aprovechen de la desgracia. En fin, es muy fácil afirmar que ha imperado el desorden, dejando por fuera los estudios que ya se han hecho para determinar la magnitud de las pérdidas de las empresas y el cómo afrontar estos casos.
No pretendo descalificar la tarea de los medios ante situaciones anómalas, pero sin duda la reconstrucción es tarea de todos, incluyendo a la prensa, sobre todo en la tarea de mantener la esperanza. Lamentablemente, ciertos reportajes - lejos de ayudar - más bien destruyen. Afortunadamente, la mayoría de los medios de comunicación de Costa Rica no caen en esta categoría.