Aun cuando resulta reiterativo decirlo, la globalización, con el ciberespacio arrasó, simbólicamente, con las fronteras de todos los países, grandes y pequeños, desarrollados o no, o en vías de desarrollo, como el nuestro y no nos deja otra alternativa que entrar de lleno en ella.
Ya aquellos tiempos, que evocan bucólicos recuerdos de un pueblito alejado del resto del mundo, ya pasaron y hay que saber afrontar la realidad.
Esta mundialización tiene muchos y sobrados beneficios si sabemos aprovechar su impetuosidad en la calidad de vida humana.
Hace no mucho, quizá 25 años, nuestros agricultores han sabido diversificar sus actividades y ya ven en otros fuentes, como el turismo o productos no tradicionales, que estos dejan mayores ganancias, pues los mercados internacionales se han abierto y ello, sin duda alguna, beneficia a todos estos nuevos productores y exportadores.
Hay que aprovechar las ventajas de la globalización económica y permitirnos salir de nuestros “solares” y mercaditos hacia otros países, donde nuestra producción es bien recibida y pagada. Debemos permitirnos ser un país totalmente desarrollado, sabiendo que nuestros productos son tan o más competitivos que los de cualquier otro país.
Debemos avanzar hacia la riqueza y no quedarnos ahí, como pulpería de pueblo, vendiendo al menudeo y hasta fiado, con libreta.
Claro, se debe “recobrar”, por medio de los impuestos directos que los beneficios económicos, llegaran a todos y específicamente a aquellas zonas del país que generan grandes actividades pues desarrollo y riqueza en globalización, implica una estricta INCLUSIÒN.
No es “regalar” a quienes sólo abren las manos para recibir sino procurar más empleos y repartir lo que bien cada uno aportó con su trabajo, como serían mejores salarios, entre otros beneficios laborales.
Ya lo dijo el Presidente Arias el 8 de mayo: “Dar la espalda a la integración económica, regresar al proteccionismo comercial y menospreciar la atracción de inversión extranjera constituyen, hoy por hoy, las vías más seguras para condenar a la juventud costarricense al desempleo y a Costa Rica al subdesarrollo.
Constituyen, también, la forma más segura de desaprovechar el capital humano e institucional que ha acumulado el país en los últimos 50 años, que nos permite integrarnos exitosamente en la economía mundial...”
Por eso, si queremos pasar de país pobre, con tasas de desempleo altísimas y un ingreso per cápita errático, debemos apoyar los esfuerzos que este gobierno quiere impulsar.
Y dejemos de ponerle oídos a las mentiras que, con sus consignas desgastadas y huecas, nos traen los políticos y sindico-políticos, a quienes sólo les sirve un país pobre y postrado para justificar su patética existencia.
¡Arriba, costarricenses, que hoy por hoy está en juego no sólo el bienestar de nuestros hijos y propios sino el de nuestros nietos y futuras generaciones que nos agradecerán haber optado por el desarrollo y la prosperidad del país.