No hay duda que el tema de los altos precios de los combustibles es algo que nos debe llamar a la reflexión a todos y es prudente dar nuestro apoyo a las medidas que recientemente el Gobierno de la República ha anunciado y que tienen por norte, lograr que la enorme factura petrolera que pagamos disminuya de manera significativa.
Es necesario sin embargo, que hagamos de esta problemática algo que nos permita tomar decisiones de más largo plazo, que busquen construir una mejor calidad de vida para cada uno de nosotros y para nuestros hijos y que no se queden en pequeños ajustes de poco valor agregado a esta lucha que todos debemos dar.
Es bueno advertir también, que las medidas adoptadas recientemente no son suficientes, que no pueden quedarse en el papel y que deben ir promoviéndose hacia normas más estructuradas y de aplicación sostenida en el largo plazo. Se requiere sobre todo de un gran cambio de actitud en todos nosotros los costarricenses para que surtan efecto. Se requiere que todos nos decidamos a tomar nuestras propias medidas de control y de ahorro.
El otro día, me llamó poderosamente la atención escuchar la conversación de dos de mis alumnas, en la que una le decía a la otra las penurias que le esperaban en los días venideros, pues se había quedado sin carro y que de ninguna manera podría andar en bus, pues ya ella había superado esa etapa en vida. Ante tan apremiante situación –según ella- prefería sacar vacaciones para no tener que andar en bus.
Como ven, la creación de conciencia en el tema de los combustibles tiene antes que pasar por una urgente reconstrucción de nuestra propia autoestima, que nos ha hecho pensar que andar en carro nos hace más personas o que nuestro valor como individuos radica justamente en andar en uno.
Debemos saber, entender y sobre todo creer, que los seres humanos valemos por nuestra dignidad de personas, conferida por Dios y validada cada día por nosotros mismos con nuestro trabajo, con nuestras relaciones con los demás, con nuestra capacidad de cambiar lo negativo por cosas positivas y por el aprovechamiento de todo ese contingente de dones con que Dios quiso manifestarse en nosotros.
En días recientes, ha circulado un correo que invita a no comprar gasolina en ciertas estaciones de servicio, con el afán de dañar intereses económicos de compañías transnacionales dedicadas al negocio de los combustibles. Sin pretender defender a ninguna empresa, creo que estas iniciativas son originadas más en consignas de carácter ideológico que en un interés genuino por crear la conciencia suficiente para que las cosas –en materia de consumo de combustibles, contaminación del medio ambiente y otros temas de gran relevancia- cambien, que ese cambio sea de gran impacto y que sus resultados sean efectivos, sistemáticos y ante todo duraderos.
La solución al problema de los combustibles, al igual que la protección del medio ambiente es una responsabilidad que tenemos todos, pues según se ha desprendido de informes oficiales, el consumo de combustibles ha crecido y si bien, a la mayoría de la población le preocupa el tema de la protección del medio ambiente, a la hora de la acción el asunto no es tan masivo. Es algo que nos involucra a todos y es en cada uno de nosotros, donde están las medidas necesarias para que este asunto cambie.
Lo primero que se me ocurre es que madruguemos un poquito más para movilizamos en bus, que los que ocupen el carro para sus labores lo dejen al menos un día en casa y viajen en bus, que los que viajan en carro por comodidad, hagan grupos y alternen con otros dueños de carro. La siembra de árboles también debe ser una conciencia de todos, la clasificación de la basura y el reciclaje de botellas plásticas, papel y vidrio debe ser ya un hábito consolidado en nuestra sociedad.
Por último, una fórmula muy efectiva es que a partir de ahora, todas aquellas personas que sientan que su valor como individuos se sustenta en el carro que manejan, se den cuenta de que su valor trasciende mucho más allá de lo que dicta la sociedad y que su aporte en ella estará delimitado por sus talentos, por su responsabilidad y también por su autoestima.