Las mujeres constituimos la mitad de la población que habita el planeta. Múltiples estudios señalan que solemos permanecer por más tiempo en los sistemas de estudio, logrando mayores niveles de titulación.
A pesar de lo anterior, las mujeres recibimos, en relación con los hombres y realizando el mismo tipo de trabajo, hasta un 30% menos de salario. Otra de nuestras realidades se encuentra en el hecho de que menos del 3% de las propiedades del planeta están inscritas a nuestro nombre. La pobreza, a lo largo y ancho del mundo, tiene rostro femenino, dando forma a lo que se conoce como la feminización de la pobreza.
En materia de Derechos Humanos, hace apenas 24 años los derechos de las mujeres empezaron a ser considerados como tales. Ha sido necesaria la promulgación de instrumentos jurídicos de carácter internacional para hacerle frente a la discriminación histórica de la que hemos sido objeto, así como a la violencia que se dirige hacia nosotras por el solo hecho de ser mujeres.
Somos las principales víctimas de trata con fines de explotación sexual, constituimos una mayoría aplastante cuando se piensa hacia quién se dirige el hostigamiento sexual en el empleo y la docencia, así como el acoso sexual en los espacios públicos. Cada año, 3 millones de niñas son víctimas de mutilación genital y también son miles las que, estando aún en la infancia, son obligadas a casarse con hombres adultos que no conocen. En síntesis, la sociedad está en deuda con todas nosotras, sin importar nuestra edad, nacionalidad, etnia o condición socioeconómica.
Hoy es nuevamente 08 de marzo. Lo que las mujeres necesitamos, no son felicitaciones, ni que se nos reconozcan y recuerden las supuestas virtudes femeninas que no son más que mandatos sociales disfrazados y maquillados. Nosotras merecemos que, de una vez y para siempre, sea reconocida nuestra contribución en la historia de la humanidad, así como nuestro aporte al desarrollo de la economía de nuestros países, gracias al trabajo reproductivo no remunerado que realizamos a diario.
Requerimos y demandamos que la sociedad en su conjunto, tome posición de modo que las condiciones mencionadas, y otras más que sufrimos de manera sistemática, sean modificadas, cambiando por fin, el significado de ser mujer.
¡Que cada 08 de marzo sea un recordatorio que nos inste a saldar esta deuda!