Miércoles, 24 Diciembre 2008 18:00

¡Asunto de fe!

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     Aunque algunos lo pretendan ocultar, lo cierto es que nuestra sociedad se ha visto desgarrada por la violencia, la inseguridad, la violación a los derechos de niños y mujeres,  la corrupción, la carencia de compromiso ante los deberes democráticos, y la pérdida de aquellos valores superiores necesarios para nuestro sano crecimiento individual y colectivo.

     Dada estas dificultades, típicas de nuestra época, es lógico que el desánimo o el descontento afloren en el sentir, y actuar, de los  ciudadanos.

     Claramente, ante esta agobiante situación, se nos presentan dos caminos: o transitamos, como sujetos pasivos, por la vía de la desesperanza y el conformismo; o recorremos, de forma activa, un trecho de fortalecida fe, y un total compromiso de cambio.

        Deseo creer que todos somos conscientes de que es, evidentemente, el camino de la fe en el mejoramiento de nuestra Patria, el más acertado para evitar que, estos males sociales, le sigan poniendo una soga al cuello a nuestro país.

         Nuestra sociedad debe anteponer el valor de la  fe, como la principal arma que le ayude a sobrellevar estos difíciles y desorientados momentos, y le dé la  energía para seguir en la búsqueda de una Costa Rica más depurada.

     En el tanto mantengamos nuestra fe en que podemos luchar, diariamente, por actuar de la manera más positiva por este país;  mientras tengamos la fe en que todavía existen quienes respetan el ejercicio de la política; si abrigamos la fe en que nuestra sociedad es aún capaz de emanar  justicia, respeto, solidaridad  y paz; y cultivemos la fe en que los costarricenses seremos asiduos vigilantes de la democracia, estaremos alimentando la conquista de un país con  mayor progreso humano.   

     Solamente la fe puede sostener nuestra convicción de que, a pesar de los problemas existentes en nuestra sociedad, siempre habrá destellos de luz que nos orienten a un renovado presente, y un mejor mañana.

     Pero esto no es una acción exclusiva del Gobierno, líderes espirituales, maestros o personas cercanas a nosotros, es una obligación, un cambio de actitud, que debe nacer a lo interno de cada uno de nosotros. La fe no se regala, la fe se cultiva constantemente, pese a las turbulencias a loas cuales se pueda enfrentar…


     En este sentido, bien vale recordar aquella máxima de Mahatma Gandhi que pregona: “No podemos perder la fe en la humanidad que es como un océano; no se ensucia porque, algunas de sus gotas, estén sucias”.

     Entonces, en nuestras manos está, entonces, el actuar con fe, en estos tiempos difíciles, para procurar mantener limpio el océano social de nuestra Costa Rica.