A raíz de una supuesta carta escrita por don Juan Jacobo Bonnefil, el Presidente Juanito Mora primero lo demandó por difamación y luego lo expulsó del país: sin embargo, por su calidad de cónsul francés, debió readmitirlo, pero los dos hombres quedaron enemistados para siempre.
En 1959, el presidente Mora fue derrocado y expulsado rumbo a El Salvador, pero un año más tarde regresó del exilio en un intento de reinstalarse en el poder.
Como ya es historia, el gobierno de Montealegre estaba enterado del regreso de los Moras y el intento terminó con los moristas acorralados en Puntarenas y rodeados por las fuerzas del gobierno.
El mismo día del regreso de don Juanito Mora, Juan Jacobo Bonnefil, que vivía en Puntarenas y temeroso de una revancha del ex presidente, fue a refugiarse en casa del cónsul inglés, don Richard Farrer.
Al enterarse, don Juanito Mora se presentó al consulado inglés y le pidió que sacara a Bonnefil. Como el inglés se negó, don Juanito le dijo que después lo buscara para conversar con él. Al parecer, el asunto no pasó a más y Mora se retiró.
Sin embargo, la noche del 28 de septiembre las tropas del gobierno atacaron a los moristas acorralados en Puntarenas y los derrotaron en lo que hoy se recuerda como la Batalla de la Angostura.
Ya derrotados, don Juanito Mora, su hermano José Joaquín y su cuñado el general José María Cañas, llegaron a la misma casa de Farrer a pedir asilo político.
Farrer se negó, por temor a las fuerzas del gobierno, pero los hermanos Mora y Cañas entraron escondidos por la puerta de atrás y allí se encontraron que todavía estaba Juan Jacobo Bonnefil, el enemigo de don Juanito.
Según la tradición familiar, Farrer relató que esa noche Bonnefil, sabiendo que don Juanito tenía las horas contadas, cambió de actitud y le ofreció esconderlo en un tonel de vino vacío, de los que devolvía a Francia.
Y mañana: don Juanito Mora debe decidir entre escapar escondido en un tonel de vino o entregarse a sus enemigos mortales.
Fuente, artículo del biólogo Luko Hilje