La explicación más fácil por supuesto es decir que los adolescentes son vagos, que no les importa nada y que en resumen, son inmaduros.
Lo que pasa es que los adultos decimos esa palabra: INMADUROS, no como un sustantivo, sino como un adjetivo, incluso a veces para descalificar.
Una investigación de la Universidad de Minnesota, publicada el mes pasado en la revista científica “Desarrollo infantil” de los Estados Unidos, reveló que el cerebro de los niños no tiene la capacidad de realizar varias funciones a la vez, sino que esta se va desarrollando hasta bien entrada la adolescencia.
Entonces si comparamos a los niños con los adultos, podemos decir que padecen de una limitación del conocimiento, y solo la experiencia irá desarrollando esa capacidad.
De acuerdo con el estudio, a veces esas conexiones cerebrales no se desarrollan hasta los 20 años. Sin embargo a una persona de 18 ya se la considera un adulto y por lo tanto enteramente responsable de sus actos.
Esta capacidad reside en la corteza cerebral, que está detrás de los ojos y ocupa casi hasta las orejas. Esas células cerebrales son las que le dicen a uno como arreglárselas cuando tiene muchos datos a la vez y como ordenarlos en orden de importancia.
El estudio determinó que la capacidad de recordar y organizar datos complejos en orden de importancia casi no existe en los niños de 9 años, y se empieza a desarrollar recién entre los 13 y 15 años de edad.
Pero lo que los expertos llaman el pensamiento estratégico estructurado, que exige que el cerebro realmente procese varias cosas al mismo tiempo, sigue desarrollándose hasta los 16 y 17 años.
Para la directora del proyecto, la psicóloga Mónica Luciana, el desarrollo del lóbulo frontal del cerebro durante la adolescencia avanzada también depende de la complejidad de las tareas que se le demanden al joven.
O sea que, si queremos que los jóvenes aprendan a asumir responsabilidades complejas, debemos permitir que ejerciten esa capacidad, aunque entendiendo que no se les puede exigir que respondan como adultos.