Martes, 23 Junio 2009 18:00

Me llamo Juan María González.

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Junto con mis socios saco adelante una empresa en medio de la crisis; una industria entre pequeña y mediana, a las que ahora se les dice Pymes.

Somos cuarenta personas que hemos aprendido juntos a desarrollar y fabricar productos con tecnología propia y también a venderlos en diferentes países. Estamos orgullosos de nuestros productos y nos gustan los clientes exigentes que saben apreciarlos.

En estos momentos soy el Presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica. Sí, como lo oyen, un empresario de una Pyme es el Presidente de la Cámara de Industrias.

Pero no se extrañen: de cada cien industrias de nuestro país, noventa y cinco son pymes. Así que la Cámara de Industrias es una Cámara de Pymes.

Déjeme decirles que las industrias del país, en su amplia mayoría, no desean un tratado comercial con China. Es cierto que hay algunas oportunidades de vender en China para algunas empresas nacionales y sería magnífico que las aprovecharan. No queremos obstaculizarlas y ojalá que tengan éxito. También hay buenos productos chinos que nos conviene traer.

Pero muchos productos fabricados en China, con precios extremadamente bajos y con calidad muy dudosa, encierran riesgos serios: para los consumidores, para las industrias y hasta para el gobierno.

La llegada generalizada de esos productos chinos muy baratos -baratijas de usar y tirar - desplazará nuestra producción local e impedirá la creación de nuevas industrias. Así que muchas empresas costarricenses, para sobrevivir, se verán obligadas a imitar las condiciones de esa producción China, reducir salarios; sustituir los materiales por otros más baratos, menos duraderos, de inferior calidad; ignorar al cliente.

Todo ello empujará a las Pymes hacia el mundo de la informalidad, ese mundo en el que no se paga a la Caja del Seguro o se vende sin factura. Algunas quizá incluso busquen condiciones laborales extremas (en China no hay domingos), poco exigentes con la contaminación ambiental o quizá emular el engaño al consumidor de muchos productos chinos de hoy con la oportunidad de la venta irresponsable de una única vez.

Nuestro país corre  riesgo grave de que ese tratado con China desaparezca a muchas Pymes  e incluso empresas de mayor tamaño; y no hay forma de saber a ciencia cierta si nuevas empresas absorberán a los que pierdan su empleo y crearán la riqueza perdida.

Resulta que los chinos no quieren dejar fuera del tratado ningún producto, quieren entrar con todo, donde son fuertes; electrodomésticos, zapatos, textiles, cables eléctricos, muebles, alimentos, bebidas, en fin… de todo lo que sabemos hacer en las industrias aquí y hasta exportamos. Quieren entrar sin barreras y son tan baratos que los impuestos que pagan son ridículamente bajos y obligarán a hacienda a buscar nuevas formas de obtener ingresos, quien sabe si elevando el impuesto de ventas.

El país corre el riesgo de ser invadido por productos basura y no tenemos hoy cómo parar su entrada ni un tratado por sí solo nos protegerá contra ello. Son productos que causan muertes, enfermedades, incendios y otros perjuicios. Y en general dirigidos a los más vulnerables o con menos poder adquisitivo o menos capacidad de elegir. Son productos que corromperán nuestro mercado, llegando a él desde lo bajo: baja seguridad, baja calidad, bajo precio y baja responsabilidad, productos ante los que, de poco valdrá innovar porque son un fraude.

Nuestras autoridades, que buscan lo mejor para la mayoría, deberían ver esos riesgos.

Gobernar obliga a atender muchas cosas, pero no debería ser difícil ver cómo las Pymes industriales nacionales contribuimos a mejorar y hacer crecer nuestro país al llevar productos de confianza a nuestros mercados, al exportar allí donde aprecian nuestra forma de producir y nuestros productos por encima de los precios, al ofrecer empleo a decenas de miles de costarricenses o al pagar impuestos.

Les confieso que como fabricantes estamos muy preocupados con la decisión de nuestras autoridades. No buscamos protección, queremos oportunidades de competir y mejorar, pero en condiciones de cancha nivelada para demostrar de lo que somos capaces.

Le hemos pedido al gobierno que por ahora limite un acuerdo con China a lo que de verdad nos beneficie, como consumidores, como productores, como personas, como sociedad, como país. ¿Es razonable y prudente, verdad?

Celebremos el llegar a contar con un Estadio Nacional moderno, pero la confianza no se gana con regalos sino con repetidas oportunidades de demostrar a lo largo del tiempo la nobleza y la capacidad de hacer las cosas bien y cumplir.