La escultura del Monumento al Agricultor del maestro Francisco “Paco” Zúñiga, ubicada en Alajuela, en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, fue vilmente mutilada, parte del brazo arrancado groseramente ante la indiferencia de un pueblo, que pareciera no merecer esta obra excelsa de un tico, que de joven migró a México para convertirse en un icono de la cultura universal.

Es vergonzoso como algunos miran el arte con desdén, como si fuera una vagabundería de algún loco sin mas oficio que pulir piedras, moldear el barro o embadurnar lienzos y en tanto en otras latitudes al artista se le cuida, protege y se le dan todas las condiciones para su creatividad, aquí debe hacerlo a ratos, pellizcándole tiempo a otros quehaceres de donde deriva el sustento.

El irrespeto a los artistas no es de ahora, cuando  Paco Zúñiga ideo la escultura de Rafael Ángel Calderón Guardia, lo hizo en el marco de una pirámide invertida, para expresar la obra inconclusa de la seguridad social, monumento que se ubicó en la parte frontal del Hospital México, la pirámide fue destruida mazo en mano y la escultura de Reformador Social luce hoy descontextualizada, para solaz de las palomas que la cuitean en la plaza al costado sur de los edificios centrales de la Caja.

El Monumento al Agricultor debe permanecer así, con su imagen manca, ya no vale la pena rasgarse las vestiduras o ir a buscar el pedazo de la obra en alguna chatarrera, donde posiblemente fue vendida como material de desecho.
 
A lo mejor el brazo cercenado le hace compañía a la espada birlada al Monumento Nacional, donde se encaramó un día un padre de la patria y de donde nunca debió habérsele bajado.

Es imposible hallar algo para digerir este trago amargo. ¿Cómo encontrar un dulce para este asco que remueve las entrañas? ¿Qué decir a los turistas que no mas saliendo de la terminal aérea se encuentren de frente con la escultura manca?

¿Para qué buscar un brazo, cuando lo que hemos perdido es la vergüenza?