Muchos de nosotros los costarricenses de edad mediana o mayores crecimos en un país donde el orgullo nacional se medía por el apego a los valores positivos que nos iban promoviendo desde chiquitos. El respeto por los demás, la honestidad, los valores democráticos etc. Desdichadamente hoy, las generaciones jóvenes ya no tienen el mismo parámetro. Ellos han crecido en una sociedad turbulenta donde el individualismo campea y es mejor cerrar los ojos, volverse sordo y mudo. Si lo están asaltando, mejor cruce la calle y no diga nada para no verse envuelto. Si sabes quien vende la droga, no digas nada no vaya a ser que te involucren.
Lamentablemente los jóvenes de hoy crecieron escuchando al chistosito aquel que no tenía otro modo de hacer su pan de cada día sino que popularizando el “me importa a mí”, inyectando así en el inconciente colectivo un individualismo malsano y peligroso.
Un mal que se extiende hasta los letrados que ocupan espacios importantes en medios de comunicación colectiva, espacios que se supone se usan para generar opinión, pero qué clase de opinión, “prefiero hablar de montañas azules, que a lo mejor no son ni azules, tomarme un buen café y ver al techo en lugar de hablar de política”, inoculando el desinterés, del desgano, el desapego por las cosas importantes que suceden en el país.
No, no señores y señoras, el asunto no es esconderse bajo la paja y sacar la nariz para husmear y ver si yo estoy a salvo. Es tomarse la responsabilidad, respetar los valores democráticos que nos permiten involucrarnos de una u otra forma en el hacer nacional.
En la política, pues claro que hay que involucrarse, hay que ir a votar, hay que analizar y hay que trabajar. No podemos seguir votando porque nos dan el paseíto gratis en el taxi pirata, hay que ir a votar y votar con conciencia de por quien voto. Es que hay unos que tienen una cola, que aunque la escondan para que no se la majen, siguen teniendo la cola, pero se aprovechan de la poca memoria, que va, más que poca memoria, irresponsabilidad política de los votantes.
“Me importa a mi”, claro que si me importa a mi por quien voto, porque esa persona va a tomar las decisiones fundamentales que me afectan. Cuando salgo a la calle estoy expuesta, cuando duermo lo hago con un ojo abierto y otro cerrado, porque los candados, los muros, y los perros ya no son suficientes para protegerme del vandalismo, de los asaltos, y de los crímenes. Me importa a mí porque me volví rezadora desde que mis hijos crecieron y andan solos en la calle. Ahora ya establecí una amistad profunda con todos los santos, porque los paso bajando para pedirles que me cuiden a los chiquillos cuando vienen de la universidad, y a los nietos para que no me los contacte el vende drogas del parque.
Será que me importa a mí porque soy mujer y tengo una sensibilidad desarrollada al máximo a partir de mi maternidad. Será que me importa a mi porque como mujer me toca que estirar el presupuesto para ver si compro los zapatos del chiquillo menor o la camisa del marido. Será que me importa a mí porque soy la que generalmente tiene que lidiar con el seguro social cuando la cita me la dan para el año fusil de chispa, talvez para cuando la abuela ya este enterrada, o el cáncer ya avanzó tanto que ya no hay nada que hacer. Será que me importa a mí porque me volví experta en estirar el cinco cuando voy a la feria del agricultor.
Por lo que sea, si me importa a mi lo que sucede, porque me afecta, porque me horroriza y no puedo seguir tomando café y viendo al techo. Si me importa a mí porque no vivo sola, vivo en sociedad y como tal tengo que actuar. Si me importa a mí porque me enseñaron valores positivos, y quiero recuperarlos para las generaciones jóvenes, para la Costa Rica que estamos construyendo hoy.