[audio src="/archivos_audio/Com Vier 19 Junio 09.L.mp3"]
Los sindicatos han sido enemigos del progreso. Aunque en los años 40 apoyaron los proyectos progresistas de las Garantías Sociales y la Caja Costarricense del Seguro Social, después se pusieron a negociar privilegios y dádivas, y se limitaron a defender los regalos que les concedieron los gobiernos timoratos y complacientes. Por eso, se han nutrido en el clientelismo y se amparan en las huelgas, los paros y el tortuguismo. Los sindicatos se oponen al desarrollo. Se oponen al progreso. Se oponen a que el país se ponga al día con el mundo. Se oponen a todo lo que huela a más trabajo. Mientras Panamá tiene los más modernos puertos de América Latina, nosotros tenemos en Limón uno de los más pobres y deficientes puertos del mundo. Óigase bien, el de Limón es de los peores y más ineficientes puertos del planeta. También conoce el país de los privilegios y las alcahueterías de los sindicatos en JAPDEVA y en RECOPE. Los sindicatos hicieron que a la gente le paguen un premio por llegar temprano al trabajo, a pesar de que llegar temprano al trabajo es una obligación y un deber. Los sindicatos hacen que a la gente le den vacaciones extra sólo por cambiarse de casa y todo tipo de dádivas, como acaba de notarse en algún banco público, que tiene plata para despilfarrar y para repartir entre los trabajadores, pero no tiene para los agricultores, ni para las mujeres solas, ni para las asociaciones de desarrollo, porque la banca de desarrollo es un cuento de paquete. Por eso me preocupa hondamente un proyecto de ley que está en la corriente legislativa y que pretende darle a los sindicatos aún más privilegios. Este proyecto de ley busca que los sindicatos tengan potestades que hasta ahora sólo han tenido las asociaciones solidaristas, y pone a los sindicatos a manejar platas como si fueran organizaciones con fines de lucro, organizaciones comerciales o mercantiles. Me preocupa profundamente porque la razón de ser del sindicato en el mundo nada tiene que ver con este ornitorrinco jurídico que pretenden aquí. Ya me imagino: sindicatos que negocian convenciones colectivas y que también tienen derecho a meterse a hacer negocios.
Junto a eso, este proyecto de ley, que viene a inyectarle recursos y potestades a los sindicatos, puede espantar a empresas que tengan planes de venir a invertir en Costa Rica. En medio de la crisis, en las empresas meditan más cada movimiento, y no podemos competir con Irlanda, México, Chile, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Malasia o Vietnam, si este es un país en el que los sindicatos pueden atentar contra la estabilidad y contra la rapidez en los negocios, la agilidad para tomar decisiones y asumir retos. Los sindicatos han hecho del terror un arma poderosa… Los puertos de Limón representan el ejemplo que puede espantar a cualquier empresario. El modelo laboral costarricense está basado en la armonía obrero patronal. Este proyecto indudablemente pone en peligro la paz social que Costa Rica ha conseguido gracias al Solidarismo, no a los sindicatos. Darle más poder a los sindicatos es darle poder a la mediocridad, a la pereza, a la lentitud, al tercermundismo.