Me interesan las festividades religiosas, las ceremonias, los rituales, los mitos. Me interesa la espiritualidad del ser humano. Creo que tenemos un espíritu. Nos engrandece creer en Dios. Para los cristianos, Jesús es Dios hecho hombre, que murió por nuestros pecados, para redención nuestra. En el caso de los católicos, nos llena por dentro creer en los santos y en la Virgen, en sus diversas advocaciones. Los santos son grandes ejemplos a seguir. La Virgen María es el modelo de entrega, de esfuerzo, de lealtad, de amor.
Acabo de publicar un libro sobre la Entrada de los Santos en San Ramón. Celebro el milagro de una bella tradición. Celebro que en un pueblo costarricense tengan más de un siglo de sacar a sus santos, una vez al año, y de celebrarles una gran fiesta en la calle.
Hay quienes dicen que es una fiesta pagana. Para mí, es un hermoso ejemplo de religiosidad, de festividad del espíritu.
Dice la historia, en diversas fuentes, que en el año 1851, el cura Lorenzo Montenegro pidió permiso a la Gobernación de Alajuela para pasear a la imagen del santo de esta comunidad, San Ramón Nonato, alrededor del Valle Central, en forma de peregrinaje. El fin era recaudar dinero que sería utilizado para la construcción del templo de San Ramón. Más adelante, hay registros por los que se sabe que el 30 de agosto de 1886 se reunieron los sacerdotes de San Ramón para pasear a su santo por todos los distritos del cantón.
En medio de un turno tradicional, con la algarabía, la música y hasta el baile, las personas de cada comunidad sacan a su santo, y así entran todos los santos en procesión.
La celebración ya tiene más de 120 años. Cada comunidad se acuerpa con cimarronas y mariachis. Todavía se mantiene la costumbre de presentar a todas las imágenes mientras entran al templo. Después, las imágenes son colocadas dentro de la iglesia
Junto a la Entrada de los Santos, persiste la tradición de los “ranchos”. Unos días antes de la fecha de la celebración, se reúnen los habitantes de las comunidades a construir un rancho en la calle, frente a la iglesia de San Ramón, al lado del parque. En cada rancho se prepara platos especiales, entre ellos miel de toronja, cajetas de coco con dulce, estofados, picadillos de arracache y de papa, lomo relleno, elotes, arroz con pollo, aguadulce y jugo de caña, como apunta la investigadora Sylvia Guardia.
Por muchos años, esta fiesta patronal se “contaminó” con bares callejeros, tramos de juegos electrónicos y todo lo que ahora vemos en los turnos venidos a menos.
Sin embargo, alrededor de 1990, los ramonenses sintieron que estas influencias ajenas estaban entorpeciendo la tradición centenaria, por lo que la Asociación Ramonense de Rescate de Valores inició una lucha para devolverle a la festividad su original compostura.
El sacerdote Elías Quesada tomó la decisión de eliminar todo lo que provocaba un desorden urbano y los elementos ajenos con que dañaron la celebración, y ahora se yerguen, orgullosos, los ranchos de comidas y bebidas típicas en la calle, donde antes hubo una plaza, frente a la a iglesia.
Las fiestas en honor a San Ramón Nonato se siguieron celebrando por todos estos años, siempre en los días 30 y 31 de agosto. La víspera de la celebración hay algunas actividades nocturnas como los juegos pirotécnicos, la retreta, los bailes y la distribución gratuita de las melcochas en medio de los “Viva Moncho”, infaltables, insustituibles.
Destaco el calor espiritual del pueblo de San Ramón, que es un pueblo especial, un pueblo de poetas, de intelectuales, de artistas, de políticos, de grandes líderes. Dios quiera que podamos desarrollar actividades tan bellas y tan significativas en todos los cantones de Costa Rica.
La Entrada de los Santos muestra la grandeza de un pueblo diferente, un pueblo extraordinario, el pueblo de San Ramón, cuya grandeza se sintetiza en esta celebración popular.