Empezar un año como si nada, es una enorme irresponsabilidad, pues un año de vida es un regalo muy grande como para desperdiciarlo.
El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor tiempo de la vida, porque el que se proponga convertir este en su mejor año, lo puede lograr.
El año nuevo es una oportunidad más para convertir la vida, el hogar, el trabajo en ámbitos distintos. "Quiero algo diferente, voy a comenzar bien”, son pensamientos que podrían ayudarnos a comenzar el dos mil ocho bien y terminar bien.
Quizá el año 2007 no fue el mejor año, pero por qué no pensar que el 2008 va a ser distinto, es un deseo, es un propósito, es una voluntad, y no debemos echarlo a perder. No olvidemos que tenemos otra oportunidad la cual no debemos desperdiciar porque la vida es realmente breve.
¿Por qué no aventurarnos a decir: "Desde hoy, que mañana, todo será distinto?” En mi hogar, voy a desterrar ese egoísmo que tantos males provoca, voy a estrenar un nuevo amor con mi pareja y mi familia, seré mejor padre o madre.
Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiarlo, sino por el firme compromiso de ser mejor en él. Incluso desempolvar nuestra solidaridad, esa solidaridad llena de polvo, para poner un poco más de empatía, de generosidad en nuestra jornada diaria. La sociedad debería cansarse de seguir siendo egoísta, apática, intolerante, violenta e injusta. Aspiremos a otro estilo de vida, otra forma de ser, ¿por qué no intentarlo?
De ahí deberíamos sacar los grandes argumentos para enfrentar este dos mil ocho, las grandes razones para el cambio radical positivo: "No quiero resignarme a ser igual, quiero resucitar a una vida mejor, quiero luchar, voy a trabajar, quiero volver a empezar".
El dos mil ocho es un año que apenas vamos a estrenar, entonces, ¿Qué vamos a hacer con él?, ¿cuáles serán nuestras metas?, ¿Con cuál actitud vamos a enfrentarlo?
En un nuevo año recién iniciado todo comienza si nosotros lo queremos, comienza un mundo de oportunidades que, frescamente, se abre ante nosotros. El momento es propicio para reflexionar internamente sobre experiencias pasadas, situaciones presentes y el porvenir. Para aprender del pasado, disfrutar el presente y construir un futuro mejor.
Lógicamente, siempre podemos escoger entre vivir el mundo tal cual lo conocemos o cambiarlo en el que deseamos, la decisión al final es de cada uno según decida ejercitar su libre albedrío.
Mas si una gran mayoría de personas desean, hoy treinta y uno de diciembre, para los demás, y para sí mismos, un buen año, es incongruente que pocos luchen por obtenerlo realmente.
Yo me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que aún conscientes de sus debilidades confían y luchan por una vida mejor, por un año colmado de paz, amor, salud, armonía, unión, felicidad y prosperidad para todos.