Martes, 23 Diciembre 2008 18:00

¡TIEMPOS DE MEDITACIÓN!

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El fin y principio de año siempre marca un hito en nuestras vidas, es tiempo de propósitos, de vislumbrar caminos, de asumir posiciones ante el devenir que aunque incierto, no nos puede cortar la ilusión de tejer sueños y abrigar esperanzas.

 La caridad con nuestro prójimo debería marcar la acción de cada día. La lectura de un hermoso libro relacionado con las reflexiones de esa extraordinaria mujer en acelerado proceso de santificación, la Madre Teresa de Calcuta, quien ejecutó su obra entre los más pobres de las calles de la India y cuyos programas humanitarios están ahora dispersos por todo el orbe, incluida Costa Rica, es inspiradora.

 La Madre Teresa, Premio Nóbel de la Paz, le ayudó a morir a infinidad de seres a quienes la vida les negó los mínimos bienes materiales, se iban con una sonrisa en sus sufrientes rostros, por el simple milagro de sentirse amados, al menos en los instantes postreros de la vida.

 La obra de esta mujer giró en torno del apostolado de la caridad, que inundó su vida y la colmó a plenitud. Los leprosos, enfermos de Sida, cancerosos y toda suerte de desventurados, formaban parte de su nutrida clientela, a la que le prodigaba abrigo, cuidados y algo que mana de una fuente inagotable cuando se le descubre, como lo es el amor, pero no uno cualquiera, aquel que se da con desprendimiento, con renuncia aunque a veces se sientan laceradas las entrañas.

 Su secreto era sencillo y consistía en una dosis de meditación cotidiana, enfocada en la figura de Cristo, ese que renace cada 25 de diciembre, aunque muchos en medio del jolgorio y el consumismo no lo adviertan.

 Esta mujer santa miraba el rostro de Jesucristo por doquier, en el pordiosero, en el moribundo, en el marginado y a esto atribuye su obra “por mi posiblemente no lo hubiera conseguido, por Él lo hice todo” afirmaba.

 Estos son tiempos para la meditación y la paz, cumplamos con el supremo mandamiento del Dios Niño, quien vino para reivindicar el amor, que tiene en la caridad su más sublime expresión.

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