Mi familia paterna es de San Rafael de Poás, pueblo donde nacieron mis abuelos y mi papá, entre San Pedro de Poás y Santa Gertrudis de Grecia. Mi abuelo paterno, Miguel Ángel Rodríguez González, era conocido como El Manco debido a un accidente que lo dejó sin su mano izquierda, siendo él zurdo, precisamente el día que cumplió 19 años.
A pesar de eso, fue pulpero, y se convirtió en un próspero productor de caña y café. Mi abuelo fue parte de la junta directiva de la primera cooperativa de Costa Rica, Coopevictoria, junto a personas que él quiso mucho, entre ellas, el ex vicepresidente de la república Don Jorge Rossi Chavarría, que de Dios goce. Ahora que cumple 70 años, podemos observar la grandeza del cooperativismo con el ejemplo de Coopevictoria. Tiene 2800 asociados, de quienes 980 son productores de café y 1700 son productores de caña. Recibe 80 mil fanegas de café y 170 mil toneladas de caña. Su ingenio es uno de los trece ingenios en operación en el país. Es el de más alto rendimiento, con 124 kilogramos de azúcar por tonelada de caña. Le sigue otra cooperativa, Coopeagri, de Pérez Zeledón, con 120 kilogramos por tonelada. Coopevictoria tiene una de las dos refinerías de azúcar del país. Produce una marca de café molido, y fomenta la producción orgánica, pues entrega 11 kilos de bokashi por tonelada de caña entregada y 30 kilos de bokashi por fanega de café. Financia el cultivo de la caña con 900 mil colones por hectárea. Asimismo, fabrica biodiesel con aceite de cocina usado, que obtiene de ventas de comidas rápidas. Recibe 7 mil litros por mes. Ese biodiesel lo vende en su estación de servicio. Además de todo esto, Coopevictoria permite reminiscencias muy especiales. Por ejemplo, tiene una moneda hechiza, que es un vale impreso, como los boletos con los que pagaban los cafetaleros de antaño. Esta moneda hechiza es aceptada en 30 negocios griegos. Lo que hace Coopevictoria es fundamental porque permite una proyección de los cultivos de la caña y el café en áreas rurales, en fincas que no se están urbanizando, y eso permite que se conserve la producción y se incentive el amor por la tierra y la agricultura en las nuevas generaciones. Entre sus proyectos de acercamiento con la comunidad, y de apoyo al agricultor, cuenta con un almacén de insumos y hasta tiene un cementerio para las familias de los asociados. Además, su asociación solidarista es muy fuerte y se hace cargo del acarreo de la caña, con transporte propio. Ahora, que suena tanto el 70 aniversario del cooperativismo, es justo hacer un homenaje a Coopevictoria, en Grecia, la primera cooperativa que se fundó en Costa Rica, y que ha permitido la sostenibilidad y la tradición del café y la caña en la zona, tal y como ocurre en la finca de mi abuelo Miguel Ángel “El Manco” Rodríguez, cuyo trabajo, a pesar de su discapacidad, resuena entre nosotros, tantos años después de que él iniciara con la dura fragua del campo. Muchas gracias, Coopevictoria, por ser un gran ejemplo para Costa Rica.